Y resulta que enciendes el televisor; degollada por su pareja una joven de 18 años. Y cambias de canal; ¿cómo se atreve ese malnacido a decir que yo le ponía los cuernos?. Cambias de canal; el calentamiento global es una realidad. Apagas el televisor.
Tomando café con un amigo, ambos llegamos a la misma conclusión. Nos hemos convertido en selectivos. Aplicamos la selección natural, según nuestro propio ecosistema interior, la edad, nos da la razón, la experiencia nos abre la puerta, elegimos los amigos, lo que deseamos comer, la película que queremos ver, la música que escuchamos, todo pasa por el filtro de nuestro ser humano, el que late con un corazón sólido, pero que empieza a notar el desgaste de la vida.
Es la misma selección natural, la que eclipsa nuestra atención, por momentos, cualquier cosa es válida, la sonrisa de un bebé en un carro que te mira, mientras su madre lo conduce por la calle peatonal en un paseo de viento en calma y noche de verano. La luz del alba, mezclada con la luz artificial, crea una mixtura difícil de interpretar, pero que te puede regalar momentos de felicidad indescriptibles, afirmaba mi amigo.
Es el fugaz abrazo de una amiga que hace tiempo que no ves, el placer de los detalles, el sabor del último sorbo del primer café del día, el sabor del último beso, antes de caer en el profundo sueño donde todo es posible. Hasta los alimentos saben diferentes. La juventud, divino tesoro, nos arrastra sin piedad a una velocidad que nos deja fuera de control, sin embargo, la sobriedad de la madurez nos promete momentos únicos, esos que vamos atesorando, quizá el cuerpo sabe que tiene que prepararse para la extinción del mismo, es un camino largo, en la mayoría de los casos, pero poco a poco, día tras día, vamos cargando la mochila de la experiencia de esos pequeños placeres que tiempo atrás pasaban inadvertidos. Quizás, te esté ocurriendo y no te estás dando cuenta, es algo tan sigiloso, tan lento que casi no se aprecia.
No serán los únicos los que vayan por esta senda, vamos todos juntos, todos, sin excepción, incluso el que no desea ir, está condenado a vivir de los placeres, no te puedes resistir, es ley de vida, llámalo como quieras, pero no trates de huir, porque de nada te servirá.

¿Cuántos tipos de placeres conoces?, el maestro nunca dio pistas, siempre acabas por descubrirlo por ti mismo. Naces, vives, irremediablemente, mueres. Cuando transcurre el ciclo, conoces la alegría, el placer, la lujuria, la avaricia, la envidia y otros pecados, no debiste confiar en Hollywood cantaba System of a down en un grito por intentar alejar al ser humano de los falsos placeres, aquellos que nos llevan a los callejones donde todas las puertas traseras dan, aquellos que acumulan la basura de los miserables, de los que aún conociendo el camino de la verdad, te muestran caminos sin salida, aunque siempre haya una.
Ahora que ya respiras por ti mism@, ahora que conoces donde se encuentra la cruz en el mapa, disfruta, es la única forma de sacudirte los demonios de las almas soterradas, de la pesadilla con final feliz, del sueño trágico y de la triste comedia. Rozarás el cielo, está tan alto como lo sientan las yemas de tus dedos, no es cuestión de tocarlo, sino de sentirlo. El canto de un pájaro cualquiera, en ese parque inolvidable, en ese lugar convertido en alfombra para Alicia en un país de maravillas eternas.
Cántame esa canción de nuevo, por favor.