La cabina

Hoy te he visto al pasar y no he podido sentir otra cosa más que tristeza, al ver el estado en el que te han dejado, ahí abandonada, desmembrada, sin nada que decir, sin nadie que te cuente sus secretos, sin oír el ritmo acelerado de un enamorado, rota, desolada, muerta.

Años atrás, te miraba, y sentía ese anhelo por volver a tocarte, como cada noche, como cada tarde. Las mentiras te las tragabas para que no fuera descubierto, siempre me echaste un cable, nunca mejor dicho, para salir airoso de situaciones muy comprometidas, no me mires así, ya sé que la culpa siempre fue mía, pero la juventud es arriesgada, no teme a la muerte, ni siquiera a la del amor, más que por la valentía que atesoraba, por la ignorancia que te regala la adolescencia.

Sé que no es el momento de pedirte perdón, igual, a estas alturas, ya me has perdonado los romances que tuve con otras, sí, más guapas, lo reconozco, rojas, verdes, no lo voy a negar, pero a ninguna de ellas le conté lo que a ti te había contado, con ninguna desnudé mi alma como lo hice contigo, contigo, hasta me traicioné a mí mismo, todo, cualquier cosa, por estar contigo, jamás me faltaron ganas, quizá dinero.

Te miro y no voy a negar que te echo de menos, no sé si a ti directamente o echo de menos tu compañía, tus momentos, tan únicos, con esa melodía, con el susurro en mi oreja, con las caricias al pasar mis dedos por los surcos que dibujaban las teclas de tu rostro. Y te confieso que me gustabas más antes, sí, al principio de nuestro romance, cuando una a una caían y eso era lo único que marcaba nuestra futura despedida. Luego, te pusieron bonita, pero cruel, esa cuenta atrás, a centímetros de mis ojos, dolía, dolía porque era como saber que te perdía, con suerte hasta el siguiente día. Al principio también me ofrecías intimidad, ahí los dos juntos, en un espacio tan estrecho, nos teníamos que tocar, no había elección, sin embargo, luego te dejaron al aire, desnuda, sin protección alguna, preludio de un sistema donde ha primado más cómo nos comunicamos al qué decimos, por eso, alma mía, hoy, se comunica mucho, pero se dice poco.

No, no quiero que me cuentes nada de otr@s, en serio, no me importa, da igual lo que te hayan contado, probablemente sea más de lo mismo, ¡anda cuelga!, no, ¡cuelga tú!, no en serio, ¡cuelga tú! bla bla bla… ¿acaso no lo sabías? era de esperar, ya te he dicho, más de lo mismo. Supongo que ya no tienes ganas de volver, en fin, las ganas las seguirás teniendo siempre, pero te faltan medios, te entiendo. No creas que me olvido de ti, no es tan fácil, juntos vivimos mucha vida, y parte te la quedaste contigo al abandonarte, cuando te dejé a un lado, arrastrado por la codicia de otras más atractivas, pero que jamás me han dado lo que tu me diste y que seguro has dado a miles de personas más, la libertad de poder elegir, de decir cuando, como y cuanto, mientras que ahora somos esclavos, ¡qué injustos fuimos contigo!

¡Cuelga tú, por favor!

Sobre el autor

Publicado en Opinión.

Miguel Ángel Moreno Cortabarra

Ver entradas deMiguel Ángel Moreno Cortabarra

Licenciado en Filología Inglesa, escritor de la novela Doce V, poeta, fui atrapado por la tecnología y he administrado varias webs. Ahora dándolo todo por La Libertaria Información

Deja una respuesta