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Los lugares de Nueva York
Nueva York tiene muchas caras. Cada barrio tiene personalidad propia, lugares interesantes que visitar, arquitectura y cultura diferenciada, bares con distinto ambiente, escenas famosas de película, etc. La ciudad se divide en 5 distritos (Manhattan, Brooklyn, Queens, Bronx y Staten Island), cada uno con sus propios barrios. Para que comprendamos la magnitud de la ciudad, Brooklyn (2,5 millones de habitantes) y Queens (2,3), si fueran ciudades independientes, serían la cuarta y la quinta ciudades de EEUU por población. Vamos a intentar centrarnos en los lugares de la ciudad por los que transcurre la novela, que salvo unos capítulos que se traslada a Brooklyn Heights (uno de los barrios de Brooklyn), se desarrolla en Manhattan:
- Little Spain y la Nacional. Si visitas la gran manzana en el 2020 y buscas Little Spain, Google te va a llevar a un mercado recién inaugurado por los cocineros José Andrés y Ferrán Adriá en el barrio de Chelsea, a semejanza de lo que los italianos habían hecho ya con el mercado Eataly en la esquina donde se cruza Broadway con la 5ª Avenida. Sin embargo, hace cien años, Little Spain era una colonia humilde de inmigrantes españoles que habitaban y tenían sus negocios en la calle 14 entre la 7ª y la 8ª avenida. En las hijas del capitán se nos cuenta cómo la colonia estaba repleta de bares, restaurantes, tiendas, funerarias, tintorerías con letreros en español. Al contrario de lo que ocurre en otros barrios con origen étnico común como China Town, Little Italy, Korea Town, Greenpoint (el barrio polaco, donde viví un tiempo) o la zona judía ortodoxa de Williamsburg, que siguen existiendo desde aquella época y son un gran atractivo turístico a día de hoy, Little Spain se fue disolviendo y hoy si paseamos por esa manzana, solo encontraremos un vestigio de lo que fue su corazón, la Nacional. La Nacional se fundó a finales del siglo XIX como un centro de ayuda mutua entre la comunidad inmigrante española para facilitar alojamiento, empleo y asistencia médica a los recién llegados y para socorrer a los vecinos en momentos de necesidad. A día de hoy, la Nacional no cumple esa función, pero sigue siendo un punto de encuentro de los españoles en la gran manzana que asisten a menudo para ver exposiciones y actividades culturales de autores patrios y por supuesto para ver los partidos de la selección. La final de Champions de 2014 en la que el Real Madrid levantó la 10ª ganándole al Atlético, yo la vi en la Nacional junto a otros amigos españoles. Entre cerveza y cerveza conocimos a dos vascos y dos mejicanos a los que a día de hoy sigo considerando amigos en la distancia. Hoy día ya no existen en la calle 14 otros comercios españoles que se describen en la novela como la Bilbaina, Casa Victoria, etc. Sin embargo, por otros rincones de Nueva York encontramos muchos restaurantes y comercios españoles como el restaurante Casa Galicia en Queens o la tienda de productos españoles gourmet (jamón, queso, vino, aceite, anchoas, etc.) Despaña, en pleno Soho.
- La calle 14 más allá de Little Spain. En la novela sólo aparece el tramo de la calle 14 que queda entre la séptima y la octava avenida, donde se concentraba, como hemos comentado, la colonia española. Sin embargo, para mí, esa calle tiene una significación muy especial más hacia el oeste, entre University Place y Broadway, las avenidas que limitan Union Sq, una plaza llena de vida muy cerca de donde yo trabajaba. En esa plaza se celebran mercados ecológicos regularmente y uno de los mejores mercadillos de navidad (junto al de Bryan Park). También encontrarás puestos de comida callejera y gente jugando al ajedrez. Es una zona plagada de restaurantes, como el vietnamita Saigon Market, el coreano Republic, el Coffe shop o el mejicano el Dorado. Encontrarás también una de las mejores librerías de la ciudad y posiblemente del mundo, The Strand. Si en lugar de hacia el oeste, desde Little Spain sigues la calle 14 hacia el este, llegarás al Meatpacking district, con sus calles de adoquines, los edificios industriales y esos típicos depósitos de agua en las azoteas. Llamado así por ser un antiguo mercado de carne (donde probablemente Mona, la hermana mediana de la novela, comprase para la casa de comidas), hoy en día se ha transformado en el barrio de moda para salir y dejarse ver (en uno de sus muchos bares nos encontramos a Rihanna y Snoop Dog). En este barrio encontramos el Standard hotel (hotel que alberga los dos mejores rooftop de la ciudad), un magnífico biergarten alemán que solíamos frecuentar, Troy, el bar escondido en el restaurante Dos Caminos (Nueva York tiene muchos bares ocultos en la trastienda de otros negocios, conocidos como Speakeasy y que provienen de la época de la ley seca). Vas a encontrar además el high line, una antigua vía de tren elevada, hoy convertida en parque, que te llevará hasta otro barrio de visita obligada, Chealsea (hogar del ambiente LGTBI, las galerías de arte alternativas (con inauguraciones todos los jueves), del Chealsea Market y del Frying Pan, una magnífica terraza-bar sobre uno de los muelles de la zona).
- Las azoteas. En la novela, vemos como la mediana de las hermanas, Mona, utiliza una azotea para hacer un casting de grupos y músicos para el night club que pretende abrir. Las azoteas son unos de los elementos que definen el espíritu de Nueva York. La vida se desarrolla en ellas como un punto donde confluyen la intimidad de saber que no hay nadie más alto, el oasis de tranquilidad en mitad de la jungla urbana y la espectacularidad visual-arquitectónica de una ciudad que siempre mira hacia arriba. En muchas películas y series hemos visto el protagonismo de estos espacios. Las hemos visto en Mad Men como el escenario romántico de una infidelidad, en como conocí a vuestra madre como la mejor fiesta de Halloween, en Friends como ensayo de baile de salón de Joey, como musical en West Side Story, o como pista de despegue del vuelo alegórico de Michael Keaton en Birdman. Cuando leí el capítulo que se desarrolla en la azotea no pude sino pensar que quizás estaba leyendo el origen ficticio de lo que hoy son los famosos rooftop neoyorkinos. Los bares y discotecas en las azoteas de grandes rascacielos, aunque se han ido poniendo de moda por todas las grandes ciudades, tienen su origen en la Gran Manzana, que sigue teniendo algunos de los mejores del mundo:
- 230th fifth. El más turístico probablemente. Situado, como su propio nombre indica, en el número 230 de la quinta avenida. Muy recomendable para hacer brunch los fines de semana.
- Boom Boom Room y Le Bain. Mis dos favoritos. Situados ambos en el Standard hotel. El Boom Boom Room te traslada al Nueva York de Fitzgerald y desde que entras estás esperando tropezarte con Gatsby. Michael Fassbender protagoniza una escena en este bar en la película de Steve McQueen, Shame. Jazz en directo con vistas panorámicas a todo Manhattan, se exige media etiqueta. Si prefieres ir en camiseta, al Le Bain se accede desde el mismo ascensor y aunque la atmósfera no es felices años 20, comparte con el anterior las espectaculares vistas, en este caso sólo hacia el sur.
- Otros rooftops geniales: Ink48 (Hell’s Kitchen),
Wythe Hotel (Williamsburg, uno de los mejores sitios para ver el Skyline de
Manhattan, después de DUMBO, explanada con césped entre los puentes de Brooklym
y de Manhattan), Empire Hotel (discoteca en la última planta de este hotel
famoso por la serie Gossip Girl) o Pod 39 (Midtown, con magníficas vistas al
Chrysler Building y Empire State).
- Night clubs. Las hijas del Capitán quieren abrir
un Night Club en el local que heredan en la calle 14. Para ello se sirven de
inspiración de dos referencias bastante opuestas. Una sería el chico, night
club regentado por españoles y a la que asistía la colonia española. El Segundo
es la sala de fiestas del Waldorf Astoria, uno de los hoteles más lujosos de la
ciudad tanto en aquella época como en la actualidad y que ha aparecido en
innumerables películas (El príncipe de Zamunda, Serendipity, Esencia de mujer,
Delitos y Faltas, etc.). Muy recomendable una visita al hall.
En mi caso, en lo que a clubs con música en directo se refiere, no puedo dejar de recomendar mi lugar favorito de la ciudad. A sólo unas calles de distancia de “el chico”, que aparece en la novela, se sitúa en Greenwich Village el Café Wha, donde empezaron músicos de la talla de Bob Dylan, Jimi Hendrix o Bruce Springsteen. El barrio Greenwich Village, junto con su vecino West Village es un pequeño pueblo dentro de la gran manzana donde el urbanismo en cuadrícula neoyorkino pierde su regularidad, con casas bajas de piedra rojiza, donde se sitúan en piso de la serie Friends y donde viven muchos famosos (la casa de Sarah Jessica Parker es lugar de peregrinación, ¿verdad Elena?). Es el barrio de Edward Hopper y pasear por sus calles es como adentrarnos en muchas de sus obras, con calles arboladas llenas de cafeterías, bares y restaurantes concurridos, locales con música en directo, teatros independientes, tiendas curiosas, librerías, tiendas de disco de segunda mano, locales de pizza a un dólar, clubes de Jazz (Blue Note) y happy hour (off the wagon). La plaza Washington Sq es el corazón del barrio, llena de estudiantes por su cercanía con la NYU y de músicos callejeros.
Personajes reales
Otra de las cosas que más me interesan del libro es como mezcla a los personajes ficticios, a los protagonistas de la novela, con personajes reales. Nueva York se caracteriza no sólo por atraer a inmigrantes con pocos recursos que quieren ganarse la vida, sino también a personajes ilustres de diferentes nacionalides atraidos por una ciduad que durante más de un siglo ha sido y sigue siendo la capital mundial de los negocios, la cultura, la moda, la arquitectura y de casi todas las disciplinas en las que se puede destacar. Ha habido españoles “de pedigrí” en todas las épocas. Unos años antes de la novela nos podríamos haber encontrado en las calles que rodean la Universidad de Columbia (mi barrio durante otra parte del año que viví allí) o en los clubes de Jazz a García Lorca, fabricando el poemario Un Poeta en Nueva York. María Dueñas mezcla a sus personajes con españoles reales que en aquella época vivían en la gran manzana, como Alfonso de Borbón y Battenberg (heredero en el exilio al trono de una España Republicana) o Xavier Cugat (director de orquesta catalán que introdujo en EEUU los ritmos caribeños y que era una autoridad en el panorama musical americano en aquellos años). En el Nueva York actual nos podemos encontrar por sus calles con representantes de las letras (Elvira Lindo o Antonio Muñoz Molina), del deporte (Villa o Raul), del cine (Antonio Banderas alterna Holliwood con Broadway), etc. Yo tuve la suerte de conocer a alguno de estos representantes de las artes españolas, como Guillermo Fesser (integrante del duo gomaespuma, actualmente residente en Uper State New York), Ágatha Ruiz de la Prada o Almudena Ariza (corresponsal de TVE en Nueva York, con la que coincidí en grupos de conversación en Inglés).
En conclusión, nos encontramos con una novela interesante para viajar por 20€ a una parte fundamental del Nueva York de los años 30, el Nueva York de los inmigrantes españoles, italianos, asiáticos e hispanos, que construyeron el Nueva York actual.