En un armario Doña María
siempre guardaba oliendo a alcanfor
una bandera de Andalucía,
bien doblaita en un cajón.
Y la anudaba un palo de escoba
donde ondeaba su corazón.
La echaba al hombro y se iba sola
a escuchar a Carlos Cano en manifestación.
Y Carlos fue a desempolvar
el himno del pueblo andaluz
que en un decrépito baúl
guardó la dictadura
y lo vistió de domingo,
lo puso relindo.
Y con su guitarra lo fue a pasear
por las gargantas de un pueblo
en ansiedad de tierra y libertad.
Y Carlos Cano, voz cantadora,
puso en la calle la banda sonora de Andalucía
cuando mi pueblo peleó su autonomía, su autonomía.
Y Andalucía se sintió de nuevo libre
y Andalucía regresó a los corazones.
Andalucía despertó de un sueño horrible
y volvió la blanca y verde a los balcones.
Aunque en Granada nació,
fue parido en Nueva York,
que le devolvió la vida.
Carlos Cano es la canción,
el espíritu y la voz
del pueblo de Andalucía.
Comparsa, Los Currelantes
Y podrías ser mi padre, no por genética, pero sí por la edad, después de todo, solo es separa un año y mil versos. Y tu voz no se escapa por los desagües de las habitaciones sombrías, tu voz, se derrama por los balcones que miran al mar, desde Cádiz hasta La Habana, con una parada obligatoria para besar a María “La Portuguesa”. Porque tu voz fue más allá, nació en Granada, murió en Granada y por el camino tuviste mas de una docena de romances, porque tu voz no podía pertenecer solo a una ciudad, tu voz era andaluza por excelencia, universal por derecho propio.
Y hay que morir con tus versos…
Que tengo un amor en la Habana, y el otro en Andalucía
No te he visto yo a tí tierra mía, más cerca que la mañana
Que apareció en mi ventana de la Habana colonial.
To’ Cádiz, la Catedral, la Viña y el Mentidero.
Y verán que no exagero, si al cantar la habanera repito
La Habana es Cádiz con más negritos,
Cádiz es la Habana con más salero.
Que dejen de cantar los pájaros, que llega el trovador del pueblo, que la poesía se arrodille al poeta, que la Alhambra ya mira con tristeza a quienes admiran su Historia. Una murga carnavalera camina por las calles estrechas del barrio de la Viña, la copla grita tu nombre desde lo más alto de la Giralda. Y ya van veinte.
Son unos zapatos elegantes los que se escuchan de madrugada, una rumba salsera para que amanezcas donde quieras, que lo mismo paseas por Sacramento o por el Malecón, un beso directo al corazón, una palabra aterciopelada ¡qué sabrán los del perreo! Y todavía guardo los tesoros de tus estrofas bajo el mando del recuerdo del momento en el que te conocí, aunque pensándolo bien, qué más quisiera yo haberte conocido,… el momento en el que te descubrí, ni una palabra más, ni una menos, ni una nota discordante, magia entre las flores del parque de tu ciudad amante.
Felicidades Don Carlos, hoy es tu 74 cumpleaños…. ¡por muchas más!