Opinión | Football is coming home

Supongo que conocéis la canción… is coming home, is coming, football is coming home. Pues ahora más que nunca, esa simplona letra británica viene a cuento para describir el fútbol de la nueva normalidad. Tras meses de periódicos deportivos con poco que contar (aunque siempre hay por ahí algún borderline como Jovic o varios componentes de la plantilla del Sevilla FC para dar algún que otro titular), se reanuda la competición de fútbol profesional en España. Y lo hace justo a tiempo porque en GOL TV ya mismo iban a tener que cambiar el nombre del canal y sin suficiente producto enlatado para rellenar su parrilla cuando no emiten la teletienda, estaban emitiendo series tan interesantes como “La asesina era ella”. 

Para muchos, ha pasado una eternidad. No me encuentro entre ellos, ya que mi mono era fácilmente satisfecho con algún evento deportivo vintage de Teledeporte. Además, en las últimas semanas, he tenido oportunidad (creo que no he sido el único) de conocer otra competición como la Bundesliga, que ha sido la primera en retornar y… como siempre… he tenido la oportunidad de ver que, al igual que en la mayoría de las cosas, los alemanes lo hacen todo mejor: los partidos transcurren con una fluidez inimaginable aquí, sin perdidas de tiempo, sin largas paradas para ver el VAR, con horarios coherentes. Aquí, tendremos una paradita para aplaudir en el minuto veinte (se ve que un minuto de silencio al empezar no basta) y partidos en junio a la una de la tarde “para que nos les falte de ná” a los aficionados chinos. Por ser mejores, los teutones hasta tienen un balón con un diseño serio y no las cosas raras con las que juegan aquí, que tuvieron como clímax el balón rosa de hace unos meses, que (obviamente) duró sólo una jornada. Nada tengo en contra del rosa, pero básicamente… no se ve bien… por eso se usan el blanco, el amarillo o en caso de nieve, el rojo o naranja. Pero se ve que algo tan evidente, no lo tuvieron en cuenta los señores de marketing de Puma (casualmente una marca alemana, pero que jamás se habrían atrevido a cometer semejante error en su propio país).

¿Qué nos espera en el nuevo balompié? Como con casi todo lo que nos está pasando, es difícil saberlo. Parece que el factor campo pierde importancia y da la impresión de que se juegan más minutos de tiempo efectivo respecto a los 90 minutos reglamentarios. Curiosamente, al menos por lo que se ha visto de momento en Alemania, la intensidad de los partidos es la misma o muy similar, la forma física de los jugadores es buena e incluso corren más kilómetros de media por partido, no se ha apreciado un incremento en el número de lesiones (probablemente gracias a los cinco cambios disponibles) y los jugadores dan la sensación de sentirse menos presionados al tener la grada vacía. Para el espectador en casa, no existen desventajas. Por el contrarío, al no haber griterío en el graderío (no he podido evitar el pareado) se puede escuchar el golpeo del balón, los gritos e instrucciones de los jugadores y entrenador o cualquier otro sonido, que sería imposible oír en un estadio con público.

En otro orden de cosas, nos espera también un nuevo mercado futbolístico donde probablemente el trueque gane importancia respecto al traspaso, lo cual puede suponer cambios de equipo inesperados hace unos meses.

Pero eso queda aún lejos, ya que tenemos once jornadas por delante para ver cual es el desenlace tanto en La Liga Santander, como en la Liga Smartbank. En Primera División, los de siempre se disputarán el título y cabe esperar un final de temporada “a lo Tenerife”, de manera que el campeón no se conozca hasta la última jornada. Los restantes puestos de Champions y Europa League (o como los viejunos las llamamos, Copa de Europa y UEFA) serán disputados por hasta cinco equipos, pudiendo unirse alguno más, pero para luchar por el último puesto europeo como mucho. De forma parecida al campeonato, se antoja casi imposible hacer un pronóstico y todo se dilucidará in extremis probablemente. Y de mitad de la tabla hacia abajo, nadie se puede confiar, porque una mala racha puede poner en apuros a cualquiera en un horizonte tan desconocido como este.

Respecto a la Segunda División, se podría decir que los seis puntos de ventaja que presenta de inicio el Cádiz respecto al tercero son motivo de tranquilidad, pero no hay que olvidar que en el caso de la “división de plata”, la igualdad entre todos los clubes es mucho mayor y ser líder no garantiza nada. De igual forma, hay que ver si el estilo de juego que propone Cervera se resiente o no en este nuevo contexto. Por un lado, cabe pensar que el hecho de que haya menos interrupciones y todo sea más fluido no juega del todo a favor de un estilo basado sobre todo en la intensidad y rigor defensivos de los amarillos. Sin embargo, los cinco cambios pueden suponer un impagable soplo de aire fresco a la hora de preservar un 1-0 a falta de 20 minutos. En otro orden de cosas, la pérdida de importancia del factor campo no tiene porque ser especialmente relevante para el Cádiz en contra de lo que se podría pensar tratándose de un equipo con una de las aficiones más entregadas que puede haber, ya que el balance de puntos como local y visitante que presenta el líder de Segunda es bastante equilibrado (31 puntos en casa y 25 a domicilio).

Cada vez queda menos para que el balón eche a rodar y paradójicamente, lo hará con un partido que se habría disputado a puerta cerrada incluso de no haberse producido toda esta situación; el Rayo Vallecano – Albacete.

Y terminando con el título de otra canción, de incomparable calidad respecto a la usada al inicio del artículo, ya solo nos queda esperar y ver qué nos depara el fútbol moderno 2.0: The show must go on.

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