Las mujeres de mi pueblo (Asamblea Feminista Amor y Armonía Benalup Casas-Viejas)

Hace tiempo que desde nuestra asamblea queríamos hacer un trabajo con las mujeres del pueblo, por culpa de la pandemia del coronavirus nos hemos tenido que reinventar y crear este proyecto de mujeres casaviejeñas a través de las fachadas de nuestro pueblo virtualmente, una forma de visibilizar a nuestras mujeres rurales y decir que seguimos por aquí aunque sea virtualmente hasta que la situación no nos lo permita de otra forma.

Queremos dar las gracias a Salustiano Gutierrez por toda la ayuda prestada para llevarlo a cabo, por todo lo que nos ha enseñado sobre la vida de estas mujeres en la historia de nuestro pueblo, a él y a Carla Aviva Mintz Tavel por facilitarnos las fotos de Jerome Mintz.

LAS MUJERES DE MI PUEBLO

Ser mujer ya es difícil, pensemos lo difícil que fue para ellas en aquellos tiempos y en un pueblo. Muchas de ellas, eran supervivientes que mantenían a sus familias trabajando sin descanso, cómo mulas y en trabajos tan malos como era el estraperlo, las que iban a media noche a rebuscar algodón, garbanzos, con los hijos y las hijas a cuestas y después de tan dura jornada volvían para preparar la comida, lavar la ropa, hacer la vianda para el día siguiente y demás quehaceres sin ni siquiera pensar en que estaban cansadas. Algunas de ellas rompieron estereotipos accediendo a la lectura, algo que en aquella época solo era un privilegio para los hombres y no para las mujeres del mundo rural , como las que crearon la asociación Amor y Armonía en el 32 , mujeres anarquistas, libertarias y pertenecientes a la CNT.

Otras se atrevieron a montar una pequeña “empresa textil”, o sea, cosiendo para la calle, y en la calle, porque sus talleres eran en un patio a la sombra de una parra, otras lavando para la gente pudiente , o cómo otra opción servir en una casa de alguien con dinero y esto, se convertía en casi la única salida para las jóvenes del pueblo ya que la mayoría de ellas eran casi niñas, que luego dejaban sus trabajos una vez casadas o lo mantenían sólo si con el sueldo del marido no daba para comer, porque su sitio era en la casa.

Ole por todas ellas!!! por aguantar, por tirar para delante con dos ovarios, con una sonrisa en la cara, sentadas con las comadres en las puertas de sus casas con sus sillas de nea y el abanico tomando el fresco y empoderándose, cuidando unas de las otras y a sus hijos e hijas como si fuesen una gran familia, cantando, bailando, viviendo e intentando ser felices con lo poco que tenían, sin quejarse de tener dolores por todo sus cuerpos, porque nuestras mujeres son las que levantaron los pueblos y tiraron para delante, cuidando de las casas, de los hijos, de los maridos, de los abuelos y abuelas, trayendo el agua de las fuentes, la leña para el fuego, cuidando del pequeño huerto y de los “bichos”.

Cansadas pero sin quejas, por ellas, por las que se tuvieron que ir y por las que se quedaron, por las que se salían de esos roles, teniéndose que enfrentar a los estereotipos y las imposiciones sociales, muchas por que no tenían mas remedio y otras porque se “salían del tiesto” haciendo trabajo de “hombres”, negándose a casarse, consiguiendo enseñar a leer y escribir a muchas niñas, o educando a sus hijas y a sus hijos en la igualdad.

Por sus puertas abiertas sin miedo a que les quitarán nada porque nada tenían, por perfumar los patios y las calles con ese olor a puchero y yerbaguena, a Jazmín y a geranios , a jabón para las manos, a paredes encaladas blancas como la nieve, porque gracias a ellas somos lo que somos, ni más ni menos. Ellas nos enseñaron la esencia de mujeres fuertes, valientes, luchadoras, empoderadas y nos dejaron la esencia y todos sus saberes.

Gracias madres, abuelas , mujeres casaviejeñas.

Fotografías originales, Jerome Mintz

Fotomontaje, Rosa Rojas Pozo

Texto, Carmen Lago Dominguez

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