Me he encerrado en lo que yo llamo, mi oficina, un simple cuarto de dos metros cuadrados para llorarte, permíteme que lo haga, no seas tozudo, porque a tozudez poca gente te ganaba. Déjame que te escriba, aunque sea con los dedos temblorosos y discúlpame si el temblor provoca algún error en mi escritura, ya sé que eso a ti te da igual, que era más de contenido que de forma.
Siendo profesor, jamás me impartiste una clase dentro de un aula y, sin embargo, siento que me has dado tantas lecciones que no puedo evitar ser un alumno más, tú que eras conocedor de mi hambre, alimentaste mi conocimiento y mi alma. Tú, que sin ser tu amigo, me trataste como si lo fuera, parte integral de tu vida, compartiendo charlas de toda índole, porque si hay algo que dejaste es tu saber estar, el respeto hacia las opiniones contrarias a la tuya, podíamos hablar de cualquier tema, político, histórico, literario, desde diferentes puntos de vista y jamás hubo un reproche, muy al contrario, nos alimentamos mútuamente y eso ¡amigo Salus! se queda aquí dentro de mí, sin saber ni como expresarlo, pero lo siento, y tanto que lo siento. Te quedaste impregnado, siendo parte de mi primera obra literaria, y muy orgulloso de que hayas aportado tu granito de arena. Y otros proyectos que hemos compartido y otros que, lamentablemente se quedaron en el tintero, porque los dos queríamos abarcar siempre lo máximo. Ha sido un placer y un lujo trabajar contigo.
Si el legado que has dejado en mi persona es grande, más grande es lo que has dejado a nuestro pueblo, te enamoraste tanto de nosotros que te mezclaste entre nosotros y sin darnos cuenta, te hicimos nuestro, al final hiciste verdad el dicho que uno no es de donde nace, sino de donde pace. Y tú, eres de Casas Viejas, casaviejeño, porque la unión de tu persona con este pueblo no tiene parangón. Nos enseñaste a amar nuestro pueblo, a conocerlo más allá de lo poco que sabíamos, nos enseñaste su historia, a base de artículos, cada mañana, como el café mañanero, desde hace ya más de una década. Yo recorrí ese camino contigo, otras veces junto a ti, no hace ni cuatro días que sopesábamos la posibilidad de modernizar tu blog y desgraciadamente, no nos ha dado tiempo… pero nos dará ¡amigo! y permíteme que te lleve la contraria ahora. Se puede afirmar que nadie, que ningún casaviejeño aportó tanto a la historia de nuestro pueblo, como lo has hecho tú y seguramente no hay forma humana de poderte agradecer tu labor, solo nuestra gratitud.
Eras un fanático de Jerome Mintz, incluso te obsesionaba, me comentaste en varias ocasiones que a veces te sentías como el fan número uno de Mintz, que lo tuyo era devoción por su trabajo, por su legado. Ya lo has conseguido, ya podéis hablar juntos de la Historia de Casas Viejas. Por favor, no te olvides de saludarle de nuestra parte.
¡Que la tierra te sea leve! Mi más sincero pésame a su familia.