Hay personas en un pueblo de apenas 7000 habitantes que no tienes la suerte de conocer.
Quizás la falta de atención o de tiempo de uno mismo impide que se lleve a cabo. O quizás sea porque la otra persona está tan ocupada en engrandecer los momentos de los demás que te sientes ridículo.

Hay personas que, aunque no conozcas en profundidad, te puedes hacer una idea de cómo son. Esa imagen que visualizas está formada por pequeños grandes gestos que observas desde la lejanía. Por halagos que oyes a menudo. Por fuentes escritas que lees en las redes sociales. Esas fuentes que no son necesarias corroborar.
He aquí una pequeña muestra de tantas y tantas:
“Hoy es un día gris donde abundan los colores, lunares, tacones, pulseras, flores, mantones y flecos.
Cita extraída de FaceBook
Suerte de todos los que la conocimos ❤️”
Hay personas que están destinadas a cruzarse y comenzar un camino de felicidad cuyo trayecto se mide en kilómetros de cariño, empatía y bondad. A pesar del cansancio son capaces de suministrar dosis de alegría a los demás. Alegría con su ritmo y compás, de guitarra por bulerías, de taconeo y baile a rabiar. De formar el mejor cuadro flamenco que puedas imaginar.
Hay personas que se unen y se convierten expertas en matemáticas sin necesidad de acudir a la calculadora. Tienen la capacidad de elevar al cuadrado la felicidad de una familia sin más riesgo que el aprobar con nota.
Hay personas que se “tiran al charco”, “que se embarcan”, que se arriesgan por conseguir un sueño. Un sueño que, aunque es suyo, lo hacemos nuestro; se prolonga hasta llegar a nosotros en forma de DULCE FIESTA.
Hay personas que sabes de antemano que sin ellas la fiesta no será igual, aunque los colores de su decoración sean eternos. Las mismas que te hacen estar de luto oficial aunque las banderas no estén izadas a media asta.
Y la fiesta continuará…