La Júpiter vuelve a abrir las puertas del universo discotequero

—¿Y Rai? ¿Tampoco ha venido?

—No, pero hoy libra, si quiere verlo, vaya esta noche a la Júpiter que seguro que lo encuentra allí.

—¿La Júpiter? —preguntó Martín encogiéndose de hombros.

—Sí, hombre, la Júpiter, la discoteca.

—Ah, vale, gracias por la información. Póngame la tostada y el bocadillo, de todas formas, tendré que comer —dijo Martín con una sonrisa en la boca.

El texto de arriba es un extracto de mi novela Doce V. Que la Júpiter era marca de la casa, ya lo hacía constar, hasta el punto de llevarla a mi novela. Y es que, hay lugares que no necesitan permanecer abiertos cuarenta años para convertirse en especiales.

Hoy abre oficialmente (ayer ya tuvo su jornada de puertas abiertas, deslucida por la lluvia), la Júpiter Disco Pub, bajo la dirección de Antonio Estudillo y como Dj residente al popular Juanfran Montes.

Yo mismo ya escribí hace años sobre La Júpiter (la original) en el magnífico blog de Salus:

«Uno de los lugares de ocio más populares en Benalup-Casas Viejas era la discoteca la Júpiter. Yo era muy niño cuando estaba en todo su apogeo pues la Júpiter estaba considerada como la discoteca de la gente mayor (de 25 años en adelante) aunque con el paso del tiempo la distancia entre mi edad y la edad adecuada para entrar en la Júpiter se fue acortando hasta el punto que pasé muchos fines de semana en ella, compartiendo confidencias con los amigos, bailando, jugando al futbolín o viendo los partidos de liga, entre ellos allí fui testigo como el Madrid se quedaba sin liga en Tenerife. 

La Júpiter era una discoteca especial, la música que recuerdo era mucho pop español, mucha movida madrileña trasladada a su pequeña pista de baile, rodeada de cojines donde las chicas cuchicheaban entre ellas sobre el chico que les gustaba. Uno de los recuerdos más vivos que tengo eran las luces. El baile de luces, rojas, verdes, amarillas, azules, captaban mi atención de tal forma que a veces me pasaba minutos mirándolas sin pestañear preguntándome cómo demonios se encendían y se apagaban de forma simultanea. Se podría decir que tenía tres ambientes, la entrada, con la barra a la izquierda y el futbolín en el centro, sala ésta usada para el primer encuentro o para una copa rápida en la barra. Si subías dos o tres escalones dabas a otra sala más íntima, donde estaba la pista de baile y el juego de luces que tanto me atraía, con música variada. En la zona baja, justo al otro lado de la barra había otra pista  de baile (y es que antes éramos muy bailones) un poco más amplia que la anterior y donde la música en ocasiones era distinta, también era la zona más multitudinaria y los domingos por la tarde se podían ver los partidos de fútbol. 

Quizás lo que más me atraía de este lugar era su singularidad en tanto que era un lugar discreto, donde todo lo que ocurría se quedaba allí, de hecho en más de una ocasión oí a algunos clientes decir, lo que pasa en la Júpiter, se queda en la Júpiter y eso daba tranquilidad a una juventud que en ocasiones llevaban a cabo acciones que en esa época no eran tan comunes como hoy día, donde los besos se robaban y donde fumarse un cigarrillo era algo que se hacía a escondidas para que tu padre no te viera. Ese aura de misterio que envolvía a aquel lugar daba un toque de exclusividad que no se conseguía en el resto de discotecas del pueblo. No tenía una decoración brillante, todo era muy minimalista, dos pequeños cuadros, un poster y poco más, pero se convirtió en uno de los lugares de referencia para la juventud del pueblo, el lugar donde cada uno se mostraba como era en realidad, donde la libertad era el santo y seña para entrar, un local muy local, es decir, normalmente era una discoteca frecuentada por los del pueblo, no solías encontrarte con forasteros para eso ya había otros lugares, la Júpiter era el bastión del pueblo, cuna de la libertad y el progreso».

De todo lo dicho me quedo con dos frases; «…lo que pasa en la Júpiter, se queda en la Júpiter» y «…cuna de la libertad y el progreso». Y así realmente era, un lugar especial que anidará en el recuerdo de quienes vivimos esa época.

Pero la vida evoluciona, y las cosas también, los lugares, evidentemente, también lo hacen y aquella Júpiter desenfadada y un poco revolucionaria da paso ahora, treinta años después, a una disco pub acorde a los tiempos que corren. Con música actual y con el reto de ser lugar de referencia en cuanto a discotecas se refiere, aunque el propio término está ya en desuso y ahora se prefiera definir a este tipo de lugares como Disco Pub.

Sin lugar a dudas se ha llevado a cabo una remodelación impresionante, que no ha dejado nada para los más nostálgicos. La nueva Júpiter tiene un aire fresco propio del siglo en el que vivimos, con colores vivos, con zona de terraza que con tan solo verla apetece tomarse una copa en la mejor compañía.

Además, esta nueva Júpiter está tan bien hecha que tiene hasta su propia página web para poder adquirir los diferentes tipos de entrada que existen, por cierto, la web a la que puedes acceder desde ya es lajupiter.com

Según su página web, la nueva discoteca tiene tres partes diferenciadas. La primera sería la zona general, es decir, la zona de pub, a la que se puede acceder gratuitamente. Luego habría una entrada general para la zona disco, que dependiendo del día que accedamos, se puede acceder de forma gratuita o bien pagar una pequeña cantidad de dinero en torno a los 6 euros. Y luego existe una zona VIP, unos reservados (tan de moda ahora) a los que se pueden acceder previo pago de 80 euros, aunque también depende del día que queramos acudir.

En cualquier caso, es una gran apuesta de este joven emprendedor, al que le deseamos toda la suerte del mundo y deseo que la nueva Júpiter dure mucho tiempo, pero si el azar o el destino hacen que dure poco, que al menos deje huella, tal como lo hizo su antecesora.

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